martes, 25 de octubre de 2016

KAROSHI, TRABAJAR HASTA MORIR

KAROSHI, una palabra japonesa con la que no quisieras cruzarte

¿Sabéis que es realmente posible morirse por exceso de trabajo? Morir por trabajar demasiadas horas tiene un nombre en Japón, “Karoshi”. En China se denomina “Gnalosi” y en Corea del Sur “Gwarosa”. Son países que encabezan los primeros puestos de la lista de fallecimientos de trabajadores por excesos laborales.



El pasado lunes 24 de octubre, apareció un artículo en el Diario Sur, titulado “Morir por exceso de trabajo, una lacra que persiste en Japón”, en el que nos hablaba del suicidio de una empleada de 24 años que no podía soportar las largas horas de trabajo.

Esta empleada, tras graduarse en la Universidad de Tokio, y después de siete meses, se suicidó saltando por el balcón del edificio de la compañía. Una inspección de trabajo certificó que llegó a trabajar 105 horas extras en el mes anterior a su muerte y que tuvo jornadas de hasta 20 horas diarias.

Al parecer este tipo de muertes es una lacra en Japón, que está reconocida por la Sanidad nipona desde 1987 y que supone alrededor del 9% de las muertes por suicidio que se registran en este país. La primera muerte reconocida bajo “karoshi” se produjo en 1969 cuando un trabajador murió por paro cardíaco con 29 años de edad.

El problema que este tipo de jornadas de trabajo es una práctica habitual en este país. El 23% de las compañías japonesas reconocen que sus trabajadores pueden llegar a trabajar más de 80 horas extras al mes.
Según explica Syroso Yamada, profesor de Derecho Laboral de la Universidad de Chuo de Tokio, “tradicionalmente en Japón el trabajo no se ha entendido como una carga sino como una virtud. Además todavía existe la idea de que la lealtad a la empresa es la total dedicación al trabajo, fuera de horario e incluso los fines de semana”.

En Japón, China o Corea del Sur el exceso de trabajo no tiene nada que ver con una adicción. En estos países la mayoría de los trabajadores cree que entre sus obligaciones se incluye realizar muchas más horas de las 40 que marca el reglamento laboral. Muchos empleados jóvenes se sienten incómodos si se van de la oficina antes que sus jefes.

No obstante, el “karoshi” no solo se ve en el país asiático. La revista “Muy Interesante”, en su artículo “¿Qué es el fenómeno karoshi?,  nos informó que el 8% de los trabajadores españoles, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dedican más de 12 horas diarias a su profesión. Y que existen muertes relacionadas con el exceso de trabajo.

El ranking mundial de horas extras lo tiene México. Y en el 2015, el trabajador promedio japonés trabajó menos horas que el estadounidense.

El periódico “La Vanguardia”, publicó en agosto de este año, el artículo “Trabajar hasta morir”. En el mismo, la profesora de Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid y presidenta de la Fundación Juan José López-Ibar, María Inés López, nos decía tras preguntarle que si alguien puede morir por trabajar demasiado. “Está claro que sí”; “alargar horas y horas la jornada laboral aumenta el estrés y eso pasa factura a la tensión arterial”.

Entre los síntomas de este exceso de trabajo y una adicción al mismo están la ansiedad, la incapacidad para desconectar en el tiempo libre o las vacaciones, sentimiento de culpabilidad cuando no se trabaja, etc… Estos síntomas pueden ir más allá e incluso confundirse. Hay quien padece dificultades para dormir, problemas gastrointestinales y habituales dolores de cabeza.

En el periódico digital BBC Capital, a principios de este mes de octubre, nos establece cuales son las causas del karoshi. Nos comenta, que aunque parezca mentira, la causa puede estar en el tiempo que pasas en la oficina.

Al analizar los hábitos y salud de más de 600.000 personas, un grupo de investigadores encontró que aquellos que trabajaron 55 horas a la semana (es decir, 60 horas extras aproximadamente al mes), tenían un tercio más de probabilidad de sufrir un infarto que aquellos que trabajaron menos de 40 horas.

Diversos estudios coinciden que el exceso de trabajo continuado pasa factura psicológica y física. Estrés, depresión, enfermedades cardíacas o lesiones en las espaldas son los males más comunes.

En definitiva, la expresión “matarse a trabajar”, utilizada por nosotros para definir una dura jornada laboral, adquiere su significado más literal.

Cayetano Alcalá


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